Como especies vivas nos transformamos según el hábitat, como especie humana nos mimetizamos tanto con el espacio que habitamos, que buscamos habitar en grupo, en poblaciones y ciudades, que nos recuerden que somos, esencialmente, comunidad, familia.
Necesitamos tanta compañía y, en realidad, solo necesitamos aprender a estar a solas con nosotros mismos.
Hemos decidido habitar el planeta de manera organizada exteriormente olvidando el equilibrio, no solo el equilibrio interno sino también el equilibrio universal, en donde no solo subyace todo el conocimiento
sino que es la causa originaria del milagro de la vida.
Sin embargo, llegamos a olvidar quienes somos, a donde vamos y como existimos dentro esta existencia.
El camino espiritual no es sino el camino de retorno, el camino de la vuelta a casa.