Vivir en el presente es meditar, meditar es encontrar ese instante perfecto, en ese estado perfecto, que únicamente sabes tu que existe realmente.
Es una herramienta que permite que brote y rebose el perfume de tu corazón, a través de todos los poros de tu piel.
Es la llama viva de tu corazón, la voz de tu maestro interior y el baile de las estrellas danzando solo para tus ojos, solo para alumbrar el infinito manto nocturno.
La meditación es el punto de encuentro con aquello que tu eres, ese que te obliga a detenerte y cuestionarlo todo.
Es el vínculo perfecto, que te permite conectar con la música que existe tanto dentro de ti y como en todo aquello cuanto te rodea, permitiendo que la propia música nos deslumbre, escuchar el silencio que separa cada nota, aquel que hace posible la música y nos deslumbre.
La meditación no se limita a practicar la quietud o el no pensamiento, va mucho más allá del verbo, es más parecida a la sensación de observar la sonrisa de un niño, a lo que experimentas con tu carcajada más sonora o con tu primer beso.
La pregunta que te hago es, ¿acaso no estás meditando cuando estás cocinando, cuando estas bailando y desapareces en el ritmo o en la música?, ¿acaso no estás meditando cuando te sumerges en el llanto o en la risa?
Si, así es, todo es meditación.
Céntrate en tu respiración, enfoca tu atención en los latidos de tu corazón, permite que su fuego te guíe, no seas tan rígido de no tener en cuenta el mundo exterior ante tus ojos, ni tan flexible como para permitir que se te desparrame el cerebro distrayéndose hasta de ti mismo.
La meta principal por alcanzar en la vida es el equilibrio.
Con la meditación conseguirás esos espacios de silencio que te permiten acceder a una nueva comprensión de tu realidad, porque la meditación es el punto de encuentro con aquello que tu eres en ese instante, absorbiendo todo, respirando e intentando desvanecerse en ella.
La magia de la meditación reside en sí misma, en el continuo cambio de todas y cada una de las palpitantes formas.
Tu eres una herramienta única del engranaje universal, una pieza única de la enorme variedad y riqueza que existe en este Universo.
Meditar es recuperar tu magia interna, el espacio sagrado que habita dentro de ti, confluir en tu alma, en tu espíritu, para reunir la totalidad de tu ser y que te traiga a este instante presente.
Meditar es sentir el latido de tu corazón, es llegar a convertirte en el testigo de tu inhalación y de tu exhalación, a convertirte en el testigo mudo del silencio que puedes encontrar dentro del intervalo que existe entre cada inhalación y cada exhalación.
Sin embargo, solo es una más de las etapas de la comprensión de tu vida cotidiana, de la realización de tu ser, del estado de quietud de la mente y
del retorno al amor, a la sabiduría y a la inteligencia infinita que ya somos todos como seres humanos bendecidos.
Recuerda, el único maestro es el Maestro interior, ese que habita en todos y cada uno de nosotros, todo lo demás solo es una parte más de la gran verdad universal, de la mente universal.
¡Recuerda a cada instante que tu eres verdad!
Meditación activa
Todo lo que nos ayuda a conservar o a recuperar nuestro propio equilibrio es una meditación activa.
Caminar, comer, bailar, pintar, cantar, incluso trabajar a gusto, todo aquello que nos relaja se convierte en una meditación activa.
La meditación activa es todo lo que nos ayuda a mantenernos presentes cuando realizamos nuestras actividades cotidianas.
Tu alma se expresa en el movimiento… ¡Camina, baila, pinta, todo es meditar!
Meditación pasiva
Así como crece el bambú en el silencio, así crece tu espíritu en la quietud.
En la meditación pasiva tienes que adoptar una postura cómoda que, sin embargo, mantén tu espalda y tu cabeza rectas.
Durante la práctica de la meditación, la disciplina de mantener una postura correcta te ayuda, es importante que practiques con una postura que no te obligue a moverse durante el tiempo que dura la práctica.
Aunque al principio siempre es conveniente esforzarse un poco, trata de encontrar con el tiempo tu propio punto de equilibrio, entre una postura estricta y una postura cómoda, que se acomode a tu ánimo y a tus posibilidades físicas y psíquicas.
Cerrar los ojos y, simplemente, ponerte cómodo y relajar todo tu cuerpo atendiendo a tu propia respiración es la forma de iniciarse en cualquier práctica de meditación pasiva.
Normalmente se utiliza una referencia para activar tu atención y mantener la concentración, puedes utilizar para ello tanto tu propia postura corporal como la respiración, o bien focalizar tu atención en algún punto interno, como el entrecejo, o externo, algún objeto.
La meditación puede ser guiada o no, puede ser en grupo o individual.
Al principio puedes utilizar la meditación guiada para aprender a relajarte, y puedes utilizar la meditación en grupo para aprovecharte de las sinergias y de la inercia del trabajo en grupo, para fortalecer tu voluntad.
Sin embargo, si quieres profundizar en la práctica, con el tiempo te conviene meditar solo y en silencio.
La práctica de la meditación en silencio te puede ayudar a recuperar esa paz, esa felicidad, que siempre ha estado dentro de ti.
¡Respira y contempla! ¡Medita y disfruta! ¡Tu eres el mismísimo amor!
La meditación y la respiración
La respiración es el lazo que une lo tangible con lo intangible.
Con la inhalación, inhalamos todo el universo y con la exhalación, nos exhalamos en el.
Con cada inhalación y con cada exhalación, nacemos y morimos, estamos en contacto directo con el nacimiento y la muerte.
Con cada inhalación y cada exhalación mantenemos la vida del cuerpo, y de nuestra mismísima existencia terrenal.
También mantenemos a través de ella la conexión entre el micro universo que somos y el macrocosmos que nos habita.
Mantener la conciencia en nuestra respiración, convertirnos en el testigo que la observa, nos permite seguir viviendo más allá de ella, conectar con la verdadera respiración primaria, con el origen de la propia respiración y de la dualidad, con la pulsión electromagnética de nuestro corazón que es el que nos mantiene alineados con el sol planetario, con el sol solar y con el sol cósmico.
Estar atentos a nuestra respiración es estar atentos a nuestra propia existencia, es permitir que nuestro Ser y nuestro no-Ser se conecten con nosotros.
Con lo lleno, cuando inhalamos el universo y con lo vacío, cuando nos exhalamos entregándonos al universo.
Podemos encontrar el silencio dentro del intervalo que existe entre cada inhalación y cada exhalación.
Observando ese espacio de silencio podemos llegar a conectar con nuestra propia eternidad, a llegar a conectar nuestra mente individual con la mente universal, a llegar a experimentar dentro de nosotros la totalidad de la vida.
La meditación y los pensamientos
Para observar los pensamientos necesitamos del ojo de la meditación.
Estás tumbado en el césped, las flores han crecido cerca de ti envueltas en colores y perfumes, mientras que tu mirada disfruta de un cielo azul y despejado. De repente, aparece ante ti una mariposa y tus ojos tratan de perseguir su vuelo hasta que tu pensamiento consigue subirse a ella.
Y, en el momento en el que comienzas a volar sobre ella, deja de suceder ante tus ojos ese magnífico día, porque ahora, tratando de seguirla, ya te has ido unicamente a tu pensamiento.
El pensamiento es como esa mariposa cuando meditas.
La diferencia es que, al meditar, manteniéndote presente en tu mente, observando atentamente la respiración, el pensamiento fluye y te lleva a crear un espacio entre tu y el pensamiento, que te permite darte cuenta de que tu no eres esos pensamientos, sino aquel que está allí, presente, detenido, observando cómo fluyen.
¡Respira y observa!
Para qué meditar:
Todo aquel que te diga “sígueme” significa que te esta diciendo, “deja de seguir tus propios pasos”.
Todo aquel que te invite a cumplir con una doctrina actual u obsoleta te esta diciendo, “deja de experimentar por ti mismo”.
Meditar es comprender:
La base de la paz es el silencio interior, la meditación es la base de la comprensión y la base de la meditación reside en la sabiduría.
La meditación esta unida de forma intrínseca a la respiración, a la quietud interior, a la calma de la mente sin forma y sin estructuras, sin dogmas.
Es el lugar donde tu mismo eres el eje principal, desde el que te guías hacia tu propio bienestar.
Es el camino hacia una vida cotidiana mas saludable, pacifica, activa e inteligente, con la finalidad de descubrir la naturaleza de tu ser y de tu origen.
Gracias a la practica de la meditación puedes llegar a alcanzar un mayor estado de equilibrio y de armonía interna.
¡Aprende a vivir!
Inhalar profundamente
En meditación, inhalar profundamente no consiste en inhalar mas aire, en tratar de llenar nuestros pulmones, exhalar profundamente no consiste en echar hasta la ultima gota de aire apretando las costillas, no.
Inhalar y exhalar profundamente es ir haciendo que la respiración sea cada vez mas suave, mas sutil, de tal manera que el meditador se convierte en la propia respiración y en el testigo ausente de la misma.
Incluso llega a olvidarse de si mismo desapareciendo en la respiración, gracias a la presencia como observador, de tal manera que llegamos a sentirnos respirados ante la imposibilidad de estar en ambos sitios a la vez, observando y respirando.
Excelente artículo