Los seres humanos no podemos pedir comprensión cuando nosotros mismos no llegamos a comprendernos. Los seres humanos no podemos pedir tolerancia cuando nosotros mismos somos capaces de juzgarnos, allí, donde nadie nos ve, donde nadie nos escucha.
Allí, en nuestro corazón, allí, en nuestro pensamiento, allí, donde cada uno debe volver a transformarse en la verdadera honestidad, en ser objetivo, en reconocer si realmente te estas aceptando, si realmente eres feliz contigo mismo.
Desde ese no juicio, desde esa aceptación propia, ya no te hará falta sentirte aceptado por todo aquello cuanto te rodea.
Brotara en ti tal fuente que por donde quiera que camines florecerán maravillosas flores. Se le llamara magia a ese andar, mas será el amor propio el que inundara cada espacio.