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Servicio

El servicio debe hacerse cuando miras al otro como tu proyección, como a ti mismo, es entonces cuando puedes comprender, allí, que tu servicio significa el eterno aprendizaje, el que te guía al crecimiento de tu espíritu.

Todas las cosas existentes en el planeta Tierra conocen su propia armonía, conocen el propio uso que tiene una herramienta y la otra y, siendo así, cada herramienta reconoce cual, quien, y como debe servir, ser usado y usar.

El ser humano se da cuenta de que una de las etapas es el servicio a si mismo, y luego se da cuenta de que otra de sus etapas es el servicio al prójimo; sin embargo, la mayoría se confunden y entran en un conflicto donde el servicio al prójimo es mayor que el servicio que se prestan a sí mismos.

Por ejemplo, cuando creemos que amamos y servimos, y hacemos cualquier cosa que nos ocasiones sacrificio, dolor o malestar, no estamos sirviendo a nuestro propio espíritu, a nuestra propia alma.

Simplemente, estamos realizando un servicio para satisfacer nuestra necesidad de aceptación, a las necesidades del ego que solo tratan de rellenar un vacío, un trozo hueco dentro de cada ser.

El ser humano cuando se da cuenta, cuando despierta a la consciencia, por malestar, dolor, rencor, sacrificio o por cualquier otro tipo de sufrimiento que le genere inquietud, comienza a preguntarse: ¿el amor supone dolor? ¿el amor supone sacrificio? ¿satisface mis sentidos este servicio que estoy haciendo? ¿me gusta, me nutre, o me lastima y me hace estar triste? 

¿me encarcela o me permite crecer?

Se sumerge en un mar de preguntas, de constantes dudas, de humores que van y vienen, y se aleja de su verdadero Ser.

Y en este alejamiento llega a sentirse solo y deprimido, hundido y fracasado; y en ese momento comienza a evaluar: ¿hacia que camino debo caminar? ¿el camino que estoy realizando es el que me merezco? ¿es el mas placentero?

Es entonces que el ser humano retoma nuevamente el contacto con su armonía, con su Ser.

Allí es donde aparece la búsqueda continua de la paz, la felicidad después de haber hecho tanto servicio con sacrificio, y se da la opción de volver a amar, de volver a amarse, de volver a servir, de volver a despertar la esperanza sin ningún tipo de sacrificio.

Es allí donde nace el amor propio, es allí donde nace la necesidad de sentirse atendido, es allí donde debemos detenernos y preguntarnos, ¿cómo quiero que me atiendan? ¿cómo quiero que me amen si yo mismo no me amo?

Comienza a crecer el ser humano y surgen nuevas preguntas: ¿hacia donde es el amor?, ¿hacia una ferviente evolución?,¿hacia un constante servicio?, ¿hacia una constante búsqueda de conocimiento?, y se despierta el hambre y la sed por sumergirse en los misterios de la vida. 

Una vez mas, sumergido en los misterios del crecimiento espiritual, en los misterios del crecimiento del alma, el ser humano vuelve a alejarse de si mismo, a alejarse del amor propio por perseguir una evolución trascendental del espíritu, más, sin embargo, se aleja de su espíritu y vuelve a enredarse en la gran telaraña del ego, en convertirse en un ser tan especial que se olvida de percibir su proyección como una consciencia de sí mismo.

En ese momento que se siente especial, en ese momento que se siente ascendido, debe detenerse y observar todo aquello que le rodea y encontrar las diferentes expresiones de consciencia, las diferentes realidades, la esencia de la armonía de todo aquello que observe como desarmonía.

Debe romper las cadenas del miedo, del propio miedo que le impide proyectarse en cada una de esas formas, desde las mas bellas hasta las menos bellas.

Es allí donde nace la expresión: te reconozco, eres mi reflejo. 

Porque solamente cuando observamos cada manifestación de energía que esta frente a nosotros, incluso las mismas piedras como un trozo de nuestro propio Ser, empezamos a crecer, a crecer conscientemente.

Sin embargo, debemos de tener cuidado con todas esas proyecciones porque, en ese crecimiento, pueden volver a hacer que nos perdamos en nuestros propios miedos, intentar aislarnos y compartir con nosotros las bellas perlas de la felicidad que hemos encontrado a cada instante.

En ese momento debemos recordar que la única fuerza que realmente mueve al espíritu, que realmente conecta nuestro espíritu, nuestra alma, nuestra mente y nuestro cuerpo, es el servicio a cada ser vivo en este planeta.

Siempre viviendo cada ser vivo dentro de tu Ser, manifestado en una forma fuera de tu Ser.

Te invito a observar tu reflejo en todo aquello que tanto te gusta y en todo aquello que no te gusta tanto. A vivir una oportunidad de decir, te amo y te libero, solo en tu pensamiento, solo en tu corazón.

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