Todo en el Universo tiene un alma y un espíritu, tiene vida.
La tierra, el cielo, cada uno de los animales, las plantas, las rocas, cada una es una expresión diferente de consciencia.
Por ejemplo: los animales se sirven de las plantas, estas de la tierra y así cada uno según su propia armonía.
Cuando los arboles crecen con la savia, crecen con el agua de la propia tierra, elevan sus frutos y dan alimentos, esos que luego vuelven a la tierra.
El único ser vivo que existe en este planeta que desconoce su propia armonía perpetua, que desconoce su propio espíritu, su propia alma y su propio ser, es el ser humano.
El ser humano nace y olvida que, sencillamente, es un trozo de existencia con una consciencia similar a la de sus proyecciones, similar a la de su propia alma que esta proyectada en todas y cada una de las personas que tiene enfrente.